CRÓNICA DE UN ALCALDE ROSA


La frase que más escucharon mis oídos, luego de publicar y denunciar la condición de pedófilo y violador de niños del alcalde de Chosica, Luis Fernando Bueno Quino, fue: “Cuídese, señor Vento”. La frase era seguida de una alusión directa al temperamento temible y vengativo del alcalde. “Tome sus precauciones, señor Vento”. “No camine solo”. “Lo que usted ha denunciado, es muy grave”. Caminar por las calles de Chosica en días posteriores a la denuncia era descubrir rostros de sorpresa, de alegría y también de temor. “¿No está escondido?”. A nuestra negativa, otra frase que se repitió a nuestro paso fue: “Vento, tú sí que eres valiente”. Pero la frase que más nos tranquilizó en estos días fue, “todo lo que usted dice es verdad”. Que mejor homenaje y aliciente puede recibir un periodista, que decenas de hombres y mujeres con sus rostros anónimos, palmoteen, abracen, estrechen las manos y susurren al oído que todo lo denunciado es verdad. Unos, más que otros, se atreven a contar: “hay dirigentes del Vaso de Leche y Clubes de Madres que saben de la condición de pedófilo del alcalde de Chosica.

Una vez me contaron que celebraban el cumpleaños de Bueno Quino, la fiesta iba normal, cuando de pronto aparecieron tres adolescentes de 13, 14 y 15 años aproximadamente. Las madres se preguntaron: ¿qué hacían en su casa? Lo extraño fue que el alcalde desapareció con los púberes por espacio de tres horas. Abandonó su sala donde él era el anfitrión y homenajeado. Lo curioso de esta historia es que, el festejo terminó en cuchicheos y chismes que aludían abiertamente a esta misteriosa desaparición. Bromas que apuntaban abiertamente a su condición de pedófilo. Y eran madres. La broma era que el mejor regalo que habían enviado al alcalde eran los jóvenes, no la comida que habían preparado con tanto ahínco y dedicación. No, eran estos púberes. Pero lo terrible de esta historia, es desentrañar el pensamiento de estas mujeres. ¿Cómo entenderlo? Ignorancia, falta de ética, moral, educación, valores, carencia de autoestima. El comentario de estas mujeres que hablaban a media voz y en secreto, era que esta parte de la vida del alcalde chosicano, Luis Bueno Quino, ‘era privada’.

Incomprensible. Aquí lo devastador, que explica quizás, el silencio cómplice de una comunidad que está petrificada, luego de estas denuncias, lo que asombra e indigna, es como piensan estas pobres mujeres. “No se gobierna con el trasero”, dicen ellas como para zafarse de algún sentimiento de culpa e impotencia. “Bueno es el mejor alcalde que ha tenido Chosica”. “Bueno hace obras. Y eso, es lo que importa”. “Lo demás es su vida privada. A nosotros no nos debe interesar”. Sorprendentes y devastadores testimonios de mujeres que aunque usted no lo crea, tienen hijos. ¿Quiénes piensan así? Algunas dirigentes del Vaso de Leche y del Club de Madres que son adictas al alcalde y que frecuentan su casa. ¿Cómo explicar esto? ¿Cómo entender esta conducta cínica, amoral y carente absoluta de valores? ¿Qué falla aquí para que estas madres expresen un pensamiento tan aberrante, disparatado y estúpido? ¿Su educación? Yo diría que no.

Este mismo pensamiento cínico y permisivo lo capté de una prominente fiscal, una abogada con estudios de especialización y perteneciente al Ministerio Público, con quien conversé en torno a la denuncia penal que se planteó contra Bueno Quino, por sus execrables delitos, ante la Fiscalía de la Nación. La fiscal, sin ningún rubor, confesó ser amiga de Luis Bueno Quino desde hace muchos años atrás. “¡Que raro!”, dijo como quien pone en duda tamaña denuncia. “Bueno Quino es un alcalde muy simpático, muy educado. El ha estado aquí tantas veces. Además es un buen alcalde. Voy mucho a Chosica por mis bronquios. Y Bueno Quino ha transformado Chosica. La ha modernizado, la ha convertido en una ciudad bella y turística”. Me quedé anonadado por esta línea de pensamiento. Si esta fiscal, no tendría en sus manos la denuncia por violación y contra la salud pública; si esta ‘doctora’ no tuviera en sus manos la edición del Periódico Conoeste con la denuncia contra Bueno Quino, cuya carátula impresa dice: Pedófilo, podría explicarme esta absurda e innecesaria perorata. Con infinita paciencia nos tragamos su alocución de esta prominente fiscal, que más parecía una mal abogada de oficio. Como el discurso no tenía fin, cogí el periódico, mostré la carátula y le dije firmemente. “Veo que para usted es el mejor alcalde del mundo. Pero tiene que ver esto con sus delitos, doctora. Que Bueno Quino sea para usted buen alcalde le da la licencia para someter a chantaje sexual a su personal y contagiarle Sida. Que el señor Bueno Quino haga obras no le da licencia para violar niños. Que el señor Bueno Quino haya modernizado Chosica no le da licencia para mandar a matar gente, no le da licencia para dirigir una organización criminal que incluye policías, fiscales y jueces para proteger asesinos y delincuentes de todo laya”. La prominente fiscal palideció de pronto. Su lengua y su pensamiento se habían desbordado inadecuadamente. No cuidó su investidura de fiscal, de alto rango que debía cuidar la imparcialidad de una investigación para descubrir a tremendo delincuente, ni dejarse llevar por su simpatía. Porque, como fiscal, debe saber que en una denuncia de esta naturaleza, deben valorarse las pruebas, indicios y testimonios que nos lleven a descubrir la verdad y tan sólo la verdad. Y para encontrar la sacrosanta verdad, se necesita de policías honestos, eficientes e incorruptibles. Se necesita de fiscales probos, justos y valientes.

Lo que no se necesita son discursos subjetivos y que no tienen nada que ver con los delitos que se imputan a este discutido y controvertido alcalde. Un discurso que, sorprendentemente se asemeja tanto al de las dirigentes del Vaso de Leche y de los Comedores Populares de Chosica. Una línea de pensamiento en que el cinismo y la amoralidad se entrecruzan peligrosamente. Una línea de conducta que podría explicar quizás, hasta qué punto nuestra sociedad está carente de valores, moral, ética y virtudes. ¿Qué virtudes pueden enseñar estas señoras a sus hijos? ¿Qué virtudes transmiten a la sociedad? Un texto Bahaí dice que “la veracidad es la madre de todas las virtudes”. Ganamos mucho, como individuos y como sociedad, si somos veraces. Y como periodistas, ese es nuesro único norte. La calumnia, dice el mismo texto, es el peor pecado que un mortal pueda perpetrar. Conscientes de ello, jamás levantaríamos un cargo que no esté acreditado. Dios nos libre, de tamaño pecado.

Por : Raùl Vento Garcia
Periodista de Investigación
columnista@apertura.com.pe

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